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Vivaldi y Sus Cuatro Estaciones Anotadas (Como suena un borracho durmiendo o un viento del norte?)

Pues al  parecer Vivaldi era un compositor como los actuales, modernos, con todo y letra!  Compuso sus cuatro estaciones y escribió sonetos que los acompañaban así como anotaciones en sus partituras para que quienes interpretaban o escuchaban las cuatro estaciones supieran que es lo que el (Vivaldi) quería decir con esa música!

Así encontramos pues, como se escuchan al oido de Vivaldi, los vientos del norte, del sur, la lluvia, las hojas al caer de los arboles, el perro ladrando, los pájaros, el borracho en verano, los pastores, etc….   Escucha y ve los subtítulos ahora mismo y descubre las cuatro estaciones como no lo habías hecho antes!

Ve a continuación un video con las 4 estaciones subtituladas y también todos los sonetos escritos por Vivaldi.

 

Antonio Vivaldi es uno de los compositores que cultivó el carácter descriptivo. Genialmente, supo trascender el elemento físico para hablarnos de la actitud humana frente a la vida, en todas sus dimensiones. Por ejemplo, “Las cuatro estaciones” va más allá del canto de los pájaros y de la lluvia, y se percibe la euforia y ansiedad, dos rasgos de la personalidad de Vivaldi.

“Las Cuatro Estaciones”

  • “La primavera”
    En el movimiento primero se imita el canto de los pájaros con trinos, trémolos y notas descendentes muy rápidas que parecen de adorno. Una frase sinuosa para el agua de los manantiales, que se convierte en río con la entrada de los chelos, que hacen visible su caudal. Llega la tormenta, con escalas ascendentes para el relámpago y notas batidas veloces para el trueno. Vuelta a la alegría con trinos en grados ascendentes. El “largo” tiene tres planos: el violín, que habla del descanso del pastor; los violines primeros y segundos, la vegetación movida por el viento, y la viola, con un acompañamiento “in ostinato”, haciendo el ladrido. Sirve el “allegro” una danza pastoral en 12 por 8, típico de la siciliana. Abundantes notas sobre pedal, pasajes de dobles cuerdas que le asemejan a la zampoña o a la gaita. Riqueza temática, armónica.
  • “El verano”
    Abatimiento por el calor en el movimiento primero: silencios que expresan cansancio. Irrumpe el cuco en voz del solista, en un pasaje fogoso que recurre al trémolo para reproducir el canto del ave. Después, se unen la tórtola y el jilguero en una música que otorga fidelidad tímbrica a dichos animales. Tras ellos, soplan vientos: el céfiro, las bóreas (de la mansedumbre a la cólera). Nueva intervención del violín (acompañado por el bajo continuo): en un largo pasaje de escritura cromática se dibuja la inquietud del campesino, que duda si la tormenta le echará a perder todo. Llega el segundo movimiento, que imita a los insectos, en un obstinado rítmico en puntillos y para los truenos una batida violenta de la cuerda. “Tiempo impetuoso del verano” encabeza al movimiento tercero. La semicorchea, que casi constituye un “moto perpetuo”. Verdadero furor de escalas en todas direcciones. Entrada enloquecida del violín, con intervalos enormes que deparan mucha violencia. El comienzo es algo trepidante: parece que una tromba hace que el agua vaya subiendo de nivel. Las escalas descendentes parecen el azote del viento.
  • “El otoño”
    Melodía rústica para el canto de los campesinos. Las dobles cuerdas evocan el ambiente de taberna. Líneas descendentes y escalas interrumpidas para la borrachera, en el tiempo de la vendimia. El borracho se tambalea, se cae, tiene hipo. En el segundo movimiento, un sueño profundo en notas sin fin. Y concluyendo, una escena de cacería: una presa que huye (el violín), los toques de los cuernos (dobles cuerdas), escopetas y perros (trémolo-estampida). Al final, se conjuntan los motivos de la persecución de los cazadores y de la presa huyendo.
  • “El invierno”
    Su “allegro” inicial toma un fraseo corto picado con trino para el frío; una filigrana del solista introduce el viento. Después, un tema espiritoso, que habla de correr por la nieve: el solista se ensueña con una melodía fascinante, que resume las sensaciones aportadas por la estación. Fusas en dobles cuerdas para el rechinar de dientes. En el segundo movimiento hace su entrada la lluvia, con un “pizzicato”: el solista representa la felicidad del hombre, ante la hoguera de su casa, transmitiéndose también la radiación del calor hogareño (en el bajo continuo). Suena el tercer movimiento con unos recursos explotados por Vivaldi. Muy curiosa la cantilena que hay a la mitad, en modo mayor, quizá el lamento porque el invierno toque a su fin.

 

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