Este 17 de Abril se cumplen 60 años de la aparición de la ya extinta revista-Leyenda : Alarma!
En 1963 se lanzo el primer ejemplar de lo que seria una revista de culto, morbosa, sadica, lepera, “Lo peor de lo peor” y en donde podíamos ver la realidad (Dura, cruel y despiadada) y ver aquellos sucesos donde la “Mala Suerte” era descubierta para que pudiéramos echarle un vistazo.
Recuerdo mis primeros acercamientos a esta revista en los puestos que había en la calle, en donde colgada de un tendedero podías ver las portadas con las llamativas letras y colores de ALARMA, donde tanto podías ver en unas de sus esquinas una persona atropellada por el tren, como una chica en bikini, o aquellos títulos macabros como “Raptola, Violola y Matola”…..
Alarma! fue una revista mexicana de nota roja especializada en noticias sobre crímenes y muerte las cuales estaban acompañadas de imágenes gráficas de cadáveres; fue fundada por el periodista Carlos Samoaya Lizárraga y publicada por primera vez el 17 de abril de 1963. Víctima de la censura por una supuesta cruzada del gobierno contra la pornografía, dejó de publicarse de 1986 a 1991, después de lo cual regresó con el nombre de El Nuevo Alarma!. Es considerada la más antigua representante de la prensa roja de México, además de la publicación periódica de mayor venta, ya que llegó a tener tirajes de más de dos millones de ejemplares por semana. Su último ejemplar salió a la venta el 17 de febrero de 2014, un mes antes del fallecimiento de su director Miguel Ángel Rodríguez.
Alarma! fue lanzada al mercado por Publicaciones Llegó el 17 de abril de 1963,5 gracias a una idea del periodista y escritor Carlos Samoaya Lizárraga, en sus inicios con un tiraje de apenas 3000 ejemplares por semana. La intención era crear una publicación que tratara únicamente de asuntos criminales. La revista se caracterizó por presentar fotografías gráficas de cadáveres, además de encabezados con afirmaciones llamativas e impactantes como: «Raptola, violola y matola» con una pistola.
La publicación obtuvo un inesperado impulso en 1964, cuando dio a conocer el caso de «Las Poquianchis»: un asunto criminal que giraba en torno a cuatro hermanas que administraban un prostíbulo en donde mantenían retenidas contra su voluntad a un grupo de jóvenes mujeres para prostituirlas, además de someterlas a torturas. Durante la investigación se descubrió que las tres hermanas cometieron múltiples asesinatos y que se mantenían a salvo sobornando a la policía y a las autoridades. Samoaya envió al periodista Jesús Sánchez Hermosillo a investigar y reseñar el caso, además del posterior proceso judicial. Según escribió Alicia Muñoz, en el Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies, este caso «se convirtió en una sensación infame, cautivando el interés de los mexicanos e incluso involucrando a la prensa a nivel internacional». Después de empezar a publicar los detalles de los violentos acontecimientos, la tirada de Alarma! aumentó de 140 000 a más de 500 000 ejemplares por semana. La publicación de noticias en relación con el terremoto de México de 1985 estimuló nuevamente las ventas de la revista y, por esas fechas, se llegaron a publicar 2 a 2,5 millones de ejemplares semanales. Alarma! llegó a tener distribución a nivel internacional, alcanzando países como Estados Unidos, Francia, Holanda, Bélgica y Japón.
Fue criticada por parecer un catálogo de “malas prácticas” periodísticas y juicios sumarios a victimarios y a víctimas. Un marco de referencia de lo tétrico. Y, según Carlos Monsiváis, el espacio donde pudimos asomarnos a la “mala suerte” y a la “voluptuosidad de lo horripilante”. Todo eso fue Alarma!, el semanario policiaco que, desde su primer número, publicado hace 60 años, el 17 de abril de 1963, hizo de lo sangriento periodismo.
En sus páginas no hubo mesura, solo morbo. Sus brutales fotografías alimentaron los más vergonzantes placeres de los lectores. Trancazos de realidad a doble página: la muerte revelada en todas las formas imaginables e incluso aquellas que resultaban insólitas y absurdas. Su periodicidad era
arbitraria, su primer número apareció un miércoles, aunque el día que perduró para su salida era los lunes. Vistas de reojo o a escondidas, las historias que se publicaron en este semanario, editado por Publicaciones Llergo y creado por el periodista Carlos Samayoa Lizárraga, quien falleció el 9 de abril de 1996, recuerdan nuestra fragilidad como seres humanos: un pequeño accidente o una imprudencia pueden reventar el delgado hilo sobre el que caminamos. También sacan a flote nuestro lado más salvaje y de lo que somos capaces de hacer en una situación límite: el victimario en el
espejo.
Publicación de culto
En todos estos años, Alarma! traspasó las fronteras del periodismo policiaco y se insertó en la cultura popular. Muestra de ello son las múltiples influencias que ha tenido en escritores, académicos, periodistas, dramaturgos, cineastas y músicos. Incluso, ya valorada como una publicación de culto, la revista inglesa Bizarre le dedicó amplios reportajes, mientras que libros japoneses especializados en imágenes gore han destacado su estética sangrienta. Uno de sus casos más emblemáticos fue, desde luego, el de las hermanas González Valenzuela, que prostituyeron y asesinaron a decenas de mujeres en prostíbulos ubicados en Guanajuato, Jalisco y Querétaro: Las Poquianchis.
Fue el primer golpe periodístico de la revista —para entonces con apenas un año de vida— el cual fue descubierto al mundo por su reportero estrella, Jesús Sánchez Hermosillo. Serviría de inspiración a Felipe Cazals para filmar su película Las Poquianchis (1976) y a Jorge Ibargüengoitia para escribir su novela Las muertas.
Hasta la fecha también se recuerda la canción “Alármala de Tos”, que el grupo de rock Botellita de Jerez compuso en 1990, tomando como referencia notas periodísticas del semanario, en especial la historia de La Lola, una adolescente que fue abusada por sus padres y por policías. En 1996, Café Tacvba hizo el cover de esa canción. Otro grupo, Víctimas del Doctor Cerebro también se inspiró en la historia de la tamalera de la Portales, que vendía tamales con carne humana, de la que dio cuenta el semanario para su éxito de 1993 “La tamalera”.
Alarma! no fue desde luego la primera publicación policíaca en México, pero sí la más contundente. Es heredera de un cúmulo de secciones especializadas y revistas que se publicaban con regularidad desde las primeras décadas del siglo XX. Primero hicieron lo suyo periódicos como El Popular, que en su lema prometía reflejar “la realidad como un espejo”. Para los años 50, se vendían con éxito publicaciones especializadas como Nota roja, ¡Manos arriba!, Magazine de policía y Mundo policiaco, estos dos últimos editados por el periódico Excélsior. Todos ellos ofrecían una selección de “historias sensacionales” ocurridas en otras partes del mundo; se acompañaban con retratos en vida de las víctimas o con ilustraciones hechas a lápiz.
Con esos antecedentes, Samayoa Lizárraga concibió Alarma!, que desde el primer número se planteó un nuevo estilo informativo. Su objetivo: una publicación que verdaderamente “alarmara” al dar a las noticias un tratamiento profundamente cruento. Incluso tuvo algunas imitaciones como Alerta!,
Enlace Policíaco! y Custodia! Solo faltaba un logotipo apropiado. Samayoa Lizárraga creó la palabra Alarma! con una tipografía que remite a la que se formaría si se trazara con un dedo ensangrentado; la palabra, impresa en tinta negra, aparece enmarcada en un fondo amarillo. Y sí, siempre tuvo un solo signo de admiración. Abajo se leía la leyenda: “Únicamente la verdad”. Su costo era de un peso.
Con información del diario milenio.com, articulo por Juan Carlos Aguilar Ciudad de México / 15.04.2023 05:59:00
Con información de Wikipedia
Con información de internet en general
Con información de mi torturada y maltratada memoria a la que agradezco a Alarma haberme retorcido mi infancia y haberme hecho tener mis mas terroríficas pesadillas.